El último Almodóvar
Una sátira multicolor, algo pacata,
pese a su etiqueta “gay”
“Los Amantes Pasajeros”, de Pedro
Almodóvar, es una película disparatada que no causa gracia. Lejos de los
últimos melodramas y filmes más profundos (valiosos y exitosos), el director
español ha vuelto a la comedia, al color estridente y… a divertirse junto a su
equipo.
Lo que ocurre, en esta ocasión, es
que el libro de la peli es muy superficial, carece de interés, ritmo y, si bien
la idea original late y confirma la inteligente lectura de estos tiempos, mucho
de lo expuesto fue (a estas alturas del siglo) más que abordado, comprendido,
asimilado, superado y “tamizado por el humor”, haciendo que “Los Amantes…”,
resulte liviana y no produzca,
prácticamente, sonrisas. Tampoco existen escenas jugadas. Es un disparate
artificial y artificioso (adrede), sin perfiles de personajes atrapantes y con
una excusa que se multiplica: lo gay, el tema sexual y el amor epidérmico,
contado (y actuado) de manera express, sin destaques.
Si uno busca, encontrará desde
interpretaciones y guiños varios, hasta evaluaciones consistentes, como surge
del hecho de "dopar" a la clase turista (¿el pueblo que se anestesia y adormece
con TV, o falsas ilusiones, o cortinas de humo?) y alegrar con tragos a los VIP
(que sorben “mezcalinas” desinhibitorias). Así lo han hecho críticos de cine y
analistas diversos. Pero, en verdad, a la salida del cine, se escuchan -salvo
los muy devotos del Manchego- comentarios que señalan la debilidad de un
producto ampliamente esperado y difundido. Apenas enmarañado entre tonalidades
llamativas, un vestuario cálido y…
P.D. La publicitada y comentada escena de
la orgía, en primera clase,
es… nada.
G.D.
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