Claveles Rojos
Uno, sólo uno, aguarda mis pasos.
Sobre la vereda polvorienta,
sediento,
Uno, sólo uno, aguarda mis pasos.
Sobre la vereda polvorienta,
sediento,
clama que lo alcen.
Lo tomo -bello, perfecto-,
para depositarlo en agua:
fresca y abundante.
¿Pertenecería a un ramo,
un ramo de claveles rojos
que alguien obsequiaría,
esta noche de setiembre,
este día de primavera?.
Frente a mí,
en la quietud de la cocina,
respira solitario.
Ese clavel rojo,
caído, olvidado;
recogido sin ganas,
prolongó su agonía
unos días,
Lo tomo -bello, perfecto-,
para depositarlo en agua:
fresca y abundante.
¿Pertenecería a un ramo,
un ramo de claveles rojos
que alguien obsequiaría,
esta noche de setiembre,
este día de primavera?.
Frente a mí,
en la quietud de la cocina,
respira solitario.
Ese clavel rojo,
caído, olvidado;
recogido sin ganas,
prolongó su agonía
unos días,
apenas.
Bebió de su vaso;
inundó de aroma puro
cada amanecer,
para luego,
Bebió de su vaso;
inundó de aroma puro
cada amanecer,
para luego,
tornarse mustio
y pestilente.
El 24, por la madrugada,
salió de casa
entre los residuos del día.
Un clavel rojo
es eso:
un clavel de color y fragancia frágiles.
Hubiera merecido otra suerte:
permanecer asido a la tierra,
pero esta curiosa costumbre de obsequiar flores,
de ser románticos en primavera,
aniquila centenares,
miles de flores rojas,
blancas, amarillas…
Claveles rojos,
para un setiembre frío,
en la soledad de mi cocina.
y pestilente.
El 24, por la madrugada,
salió de casa
entre los residuos del día.
Un clavel rojo
es eso:
un clavel de color y fragancia frágiles.
Hubiera merecido otra suerte:
permanecer asido a la tierra,
pero esta curiosa costumbre de obsequiar flores,
de ser románticos en primavera,
aniquila centenares,
miles de flores rojas,
blancas, amarillas…
Claveles rojos,
para un setiembre frío,
en la soledad de mi cocina.
Gustavo D´Orazio
3 comentarios:
Me gusta mucho tu poema. También me pasa: esa costumbre de cortar flores, siempre me ha parecido algo así como un crimen diminuto, pero crimen al fin.
Besos, Gus.
Pues a mí me encanta tener un clavel en un jarroncito.
Y qué mejor destino que ofrecer su belleza a quién sepa apreciarla
Un fuerte abrazo, amigo.
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