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He naufragado en un mar de recuerdos.

Ante el futuro incierto, busco en el presente
al que soy. Hoy ya no es ayer.
G.D.

Estar ROTO DE AMOR, duele.

G.D.

miércoles, 13 de agosto de 2014

Suicidados...

VINCENT

Subastado por la sociedad,
Vincent vuelve a suicidarse.

Es por el lucro inmoral que lo pondera.

Entre apurados y patológicos,
tus trazos y colores estallan en las telas.

Tú gritas: ¡malditos!,
pues no comprendieron a tiempo,
cuando eras materia viva
y supurabas maravillosos ocres y azules profundos.

Hoy, en la inmensidad de ese espacio
en el que no se pinta (y del que no se vuelve),
miras a los cuervos -esos que preanunciabas-
exaltados por tu paleta,
tus cartas -¡cuánto dolor Vincent!-
y tu existencia volcánica.

Theo -otro aniquilado-
hermano fiel,
te consuela erguido, simulando fortaleza;
adorándote como a un hijo.

Sin embargo, son dos hombres corroídos,
dos almas despojadas de toda esperanza.

G. D.


RITO

A Yukio Mishima

Abriste tu vientre en aquel ritual.

Como el animal desollado -exhibido, devorado-
saciaste el apetito caníbal
del banquete de los prejuiciosos.

Tu sexo, tu doloroso modo de amar,
se extasiaron pudorosos
antes de ser decapitados.

...Y gritó la multitud,
mientras tu amigo -verdugo al fin- copiaba movimientos,
dibujando en su estómago una pagoda de sangre,
con soles violáceos
y lenguas de fuego.

G. D.


Pizarra

Fuiste tú
la que se devoró
a sí misma
antes de la locura

Expuesta
triste
y total

Qué importa
tu despedida
escrita
en esa pizarra muda

Qué valor
tienen hoy
cartas y diarios ocultos
si todo
todo lo diste
en tu corta vida

Fuiste llaga
dolor
y sonrisa

Materia viva y ardiente

Desconsolada
lúcida
partiste a tiempo
justo antes
que el lobo gris
te consumiera
íntegra

G. D.
Setiembre - 2 0 1 0


De mí 

-Súplica-

Creyeron que era hueca,
frívola y fácil.

Que no sabía cantar,
bailar ni actuar.

Que sólo era una bella mujer.

Un cuerpo delicado,
posado en la alfombra
del Waldorf Astoria.

Que mi intelecto
era débil, ínfimo.

Que no resistiría penas
ni debilidades.

Bueno…
acertaron en mucho.

Pero olvidaron que yo,
Marilyn Monroe,
era una persona:
una persona con sueños.

Que deseé cambiar
para no sucumbir.

Que busqué respeto
y un espacio que no tuve.

Que las pieles y los diamantes
no resultaron curativos.

Que intenté escribir
y lo hice.

Que la poesía me ayudó;
no me salvó, pero sí permitió expresar
lo que nunca nadie quiso oír ni ver:
mi ser sensible,
mi universo personal.

Bajo las sábanas, siempre.
Fotografiada -hasta el hartazgo-
con la falda plisada,
blanca, en alto.

Rubia, eternamente rubia,
aunque me desdoblen en otras
gracias a la piedad de Warhol.

Si sufrí, callé y pensé;
si soñé, escribí y leí,
a quién le importó.

Aún escucho las risas…
ningún editor me tomó en serio.

Yo no me tomé en serio.

Gravísimo error,
pagado con un derroche de copas,
lágrimas vertidas en cristales rotos
y una veintena de pastillas
que mi cuerpo no soportó.

Equivocada, reprimida,
la escritura fue el Paraíso.

Si nadie atendió mi llamado,
aquel último grito ahogado
(sofisticado, si quieren),
hoy, tal vez, entiendan que
Marilyn era una mueca forzada;
esa fría y temible soledad.

Más que piel, un espíritu dañado,
atormentado por las luces del set;
perdido en el limbo dorado
de un cielo mentiroso
llamado Hollywood.


G. D.
2011

1 comentario:

Anama dijo...

Muy sensibles poemas, especialmente en estos días en que otro grande ha decidido irse.