¿Cuánto tiempo hace
que no subís a un carrusel?
No lo pospongas más.
Hacelo, si sentís
ganas, pronto.
Hoy mismo. Buscá uno,
bello. Si es de color marfil
y oro, mejor.
Luego, subite al caballito vestido y adornado para un desfile
y acompañá cada giro, con tu mirada de niño,
hasta que la sortija te sorprenda.
Regalate una vuelta
más.
Después,
despedite sin
llantos.
Volvé a soñar y a
elevarte por los aires,
a una velocidad inofensiva
y… aunque te marees.
Agradecé el haberte
atrevido a sonreír
y a esperar que tus padres -o abuelos-
te tomen de la mano, camino a casa.
Repetí esta salida las
veces que lo necesites,
las veces que lo
desees.
No defraudes a tu
corazón de niño.
G.D. 2014
3 comentarios:
Que final sugerente para un poema encantador. Mantener el corazón de niño, con todos sus sueños y fantasias. Con su inocencia...
Besosdemedianoche, Gus
Precioso, Gustavo. Muchas gracias por compartirlo!
Un fuerte abrazo.
¡Qué vital!
Me gusta. Y me siento en sintonía con el poema y contigo.
Una sonrisa.
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