El inicio de octubre marca el último trimestre del año. Comienzan ciertos apuros y planes que miran al verano y las fiestas tradicionales que simbolizan la Navidad y el Año Nuevo. (¿Siguen vigentes sus contenidos históricos u otros mutaron el valor de ambas?). Este 4 de octubre es triste, porque una buena persona, una intérprete singular, ecléctica y marvillosa, ha muerto. Vivirá (¡oh paradoja!) en su legado musical, que no dejará de sonar, de hacernos compañía. GRACIAS MERCEDES POR EL AUTOGRAFO QUE LE DISTE A MI MAMA, EN UN LEJANO 1973, EN EL CINE GRAN ITUZAINGO. Continuarás en mí por siempre: con tu canto, tus historias e ideas. Bellas ideas que el público ha comprendido y disfrutado, coreado e incorporado a su sensibilidad.
Tu partida me hace acordar a otras, más personales e igual de irremplazables. Gente que extraño. A la que le contaría novedades, esperando sus respuestas y sugerencias.
Un domingo más, algo nublado, con trabajo, descanso, tareas de mis hijos (Lucas lee García Lorca; Sofía rasguea la vieja guitarra que Higinio -mi abuelo- me regaló hace tiempo, aguardando conocer de notas y melodías). La lectura, el cine son buena compañía. Un llamado telefónico. Un voz amiga. Un comentario en el blog...todo puede matizar esta tarde de domingo.
Comprender que la lluvia es pasajera, igual que la vida, igual que nosotros... puede costar demasiado.
Un abrazo y a seguir. Vivir es seguir, sabiendo que no se está solo.
Gustavo D´Orazio
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