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He naufragado en un mar de recuerdos.

Ante el futuro incierto, busco en el presente
al que soy. Hoy ya no es ayer.
G.D.

Estar ROTO DE AMOR, duele.

G.D.

viernes, 18 de febrero de 2011

Relato /// Taller Cómplice

“Resisto, doctora…”
(“… mientras tanto, vivo”)

El alzheimer (casi) no pudo con ella. Después de los primeros síntomas, consultó con sus hijos y Elena: su doctora de cabecera.
La medicación y un taller para “incentivar la memoria”, le ayudaron. Sin embargo, los olvidos, las lagunas, confusiones y “blancos” aparecieron pujantes, ensombreciendo los esfuerzos de Amanda por no desaparecer.

…………

Cada mañana, Amanda, leía el diario, intentaba recordar noticias, números telefónicos, objetos guardados el día anterior, nombres de calles…
Con la ayuda de etiquetas multicolores, nominó aquello que emigraba de su mente, no pudiendo hallar la palabra justa para definirlo y ubicarlo.
¡Si hasta acertar las fechas de cumpleaños se había tornado en pasatiempo!.
Amanda no recordaba, en verdad, mucho de lo hecho recientemente; otros episodios, navegaban sin rumbo por el océano de su cerebro, de su corazón roto “por esta puta enfermedad”, dijo con vehemencia el día en que, ante el espejo, descubrió que ya estaba peinada: “¿pero, cuándo lo hice?”, se preguntó desorientada.

…………

La medicina, el amor, el taller y la lectura mejoraron su condición, alentándola a seguir. Una tarde, en pleno junio, Amanda se dedicó a narrar un cuento -o historia que ella creía haber protagonizado en su Maldonado natal (no estaba tan segura)-, saboreando cada detalle, describiéndolo todo muy bien. Su bisnieto, Pedro, la escuchaba con atención, imaginando lo relatado.
Era el pasado que surgía, con fuerza, apoderándose de todo su ser. Allí, en el ayer, la memoria de Amanda era exacta y no naufragaba. Era fotográfica, plena.
Volver al presente, en cambio, le costaba. Amanda se paralizaba unos instantes y, luego, tras hacer conexión, intentaba regresar a la realidad, a una realidad sinuosa, escurridiza.

…………

“Sí, ya voy”, decía. “Sí, tomé los remedios”, agregaba mientras observaba el pastillero que su esposo le había traído de Praga (“¿dónde queda Praga?”, pensaba).
Amanda, no quería ser una molestia para sus hijos.
“Volver al pasado, combatir con la nostalgia y los bellos recuerdos a esta puta enfermedad que me borra del hoy, no lo veo tan mal”, se dijo.
Así comenzó una rutina de narración del pasado, volviendo a ser aquella Amy de 20 años.

…………

Se levantaba, desayunaba y pensaba en el tiempo ido, en Carlos (“que me visitará pronto, ¿no?”), en…
Aunque no supiera en qué día de la semana se hallaba o viera como extraños a quienes la rodeaban, “el tiempo que sea me refugiaré en mi pasado”, se susurraba una y otra vez.
“El tiempo que sea me refugiaré en mi pasado…; …en mi pasado”.
“Que mi nostalgia sirva de algo; que me distraiga de las torpezas actuales; de este tiempo muerto, donde pierdo todo y me extravío sin red”, anotó en su libreta roja.
“Mientras pueda, recordaré quién fui, qué hacía. Será una manera de defender mi identidad. Yo también son aquélla. Y si no sé muy bien lo que ocurre hoy, al menos me alojaré en la infancia de mis hijos, el amor de Carlos (¿por qué no llega a visitarme?)…”.

…………

“¿…y mi libretita roja, mamá; dónde está?”. “Ya voy, ya voy, no griten…”.

(C) Gustavo D´Orazio
- 2011

Ana María Oddo y Patricia Morante han escrito, también, a partir de la idea de esta última (combate con la nostalgia). Entre los tres, hemos generado propuestas literarias muy diferentes. Los invito a leerlas, en bocaquevuela.blogspot.com y en patri-kemamell.blogspot.com. Seguiremos con nuevas complicidades.

3 comentarios:

Daniel Buitrago dijo...

Me siento gustoso a tomar este café contigo. Me alegra verte en plena e intensa producción y me gusta mucho lo que leo.

Este relato especialmente, de alma y sensibilidad desbordantes. Hay que comprender muy bien lo que le ocurre a un enfermo de alzheimer para escribir algo así, Gustavo. Entrar en la piel y, sobre todo, en la mente de Amanda no debe de ser agradable y lo haces con cariño y acierto.

Tus nanotextos tienen mucho de ideas atrapadas al vuelo y elaboradas lo justo, abiertas a una conclusión del lector. No son fáciles estas microhistorias.

Y más cine, sí. Y que circule, por favor.

Muchas gracias por compartir todo esto. Un abrazo desde esta España también preelectoral (este año por regiones y el que viene las generales) y, a pesar de ello, todavía interesante.

Anama dijo...

Gustavo, me gustó mucho tu relato y me gustaron las frases que lo rodean. Me gustó esa simbiosis de narrador y personaje. ¡Sigamos, por favor, con este juego maravilloso! ¡Sigamos dando vuelo a las palabras!
Abrazos.

Tolhuin dijo...

Hermoso relato. Creo que lograste dar el grado justo de ternura para esta realidad que sufren tantas personas. Además la técnica me parece excelente. Aguardo deseosa la próxima complicidad. Un abrazo y gracias por compartir.