I) En la esquina es Carnaval. Escucho la música y las voces de los murgueros. No me hacen falta más datos ni calendarios o informes de la prensa.
Hay guerra de espuma, luces de colores y niños disfrazados.
Duermo; sueño y recuerdo otros carnavales con papel picado, juegos de agua y una alegría sin antifaces.
Al levantarme, veo el resumen de la primera noche de carnaval: botellas de cervezas vacías, tetrabriks acumulados y decenas de aerosoles en la calle y en los jardines vecinos.
El Señor Verde (porque siempre viste de ese color) junta lo que puede, lo embolsa y barre. Sabe que faltan tres días más de fiesta, por eso me muestra las bolsas de consorcio negras que ha comprado. “Desde que me jubilé, me dice, soy un servidor público, casi el barrendero de la cuadra”.
Espero no terminar igual.
II) Desde el balcón he observado cómo un matrimonio de palomas construyó su nido, colocando rama tras rama, durante horas, por días, en el árbol de la esquina.
Un fuerte viento desarmó la casa y volvieron a empezar: rama, pico, vuelos; rama pico, vuelos…
Hoy, el nido luce vigoroso y lleva en su interior varios huevecitos blancos.
El Señor Verde (mi vecino), mira el nido todos los días mientras barre la vereda, el cordón de la calle y junta ramas y hojas secas; tapitas y papeles abandonados…
Las palomas no dejan de cuidar a la prole, sobrevolar el nido (su magnífica construcción) y emitir un sonido que, en lenguaje plumífero, dice “qué felicidad”.
G.D.
Desde la Argentina, un refugio para quienes deseen indagar en el imaginario de un amante de la palabra... Literatura, periodismo; fusiones e invenciones en un océano virtual que jamás pensé integrar.
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He naufragado en un mar de recuerdos.
Ante el futuro incierto, busco en el presente
al que soy. Hoy ya no es ayer.
G.D.
Estar ROTO DE AMOR, duele.
G.D.
1 comentario:
Una mirada a la vida con ojos de poeta.
cotidiano, sencillo, tierno como esa historia de palomas.
Besos, Gus.
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