Pensé en un reencuentro.
Hubiera sido alentador. No sucedió.
De un mismo centro, apenas, parten hoy,
rayos hacia distintos rumbos.
Están en la misma rueda, mas éstos se fugan en direcciones opuestas.
Yo intenté la convergencia durante dos años.
Logré reestablecer ese núcleo innegable de origen, y nada más.
Ni un girar armónico ni unido, como sí ocurre en la simple rueda de una bicicleta.
Ellos, mis hijos, construyen otro destino, su propio destino.
1 comentario:
Comparto la desazón, esas ruedas despojadas. Solo puedo decirte desde aquí mi abrazo.
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