Conozco a algunos japoneses: todos muy diferentes. Más occidentales, unos; más orientales, otros.
El rito del Té; alguna novela o filmes; el Jardín Japonés de Buenos Aires; algún restaurante sofisticado; mi amigo Andrés Asato, su hijo Hiroshi…No más.
Me informo, leo, busco ser prudente y analítico.
Historietas Manga, suicidios, samuráis, música tecno, avances tecnológicos, naturaleza, afición por la fotografía, superpoblación, Tokio, viajeros internacionales…
Un pupurrí de temas, imágenes e íconos que ha vuelto a girar por el mundo, desde que el terremoto, sumado al tsunami y al escape radioactivo, hizo que Japón nos mostrara la violencia de la naturaleza, sus efectos más devastadores y las consecuencias menos previsibles…
Entre sueños, imaginé estos cuatro minitextos:
Soledad
Vuelve a lo que es su casa, hoy. Una maceta y escombros desordenados. El resto: lodo y lodo. Humedad en el suelo y en su rostro quieto, asombrado.
Perro
Olfatea sin hallar rastro de su cubículo canino. Merodea por donde hace unos días lo consideraban mascota. Gira y gira sin comprender el abandono. Orina y sigue camino.
Flores
Entre las maderas y bloques de cemento; entre la nieve sucia y la ropa helada, juguetes, celulares y un puñado de flores que se resiste a fallecer. Caídas, mustias, soportan el frío intenso. Gracias a su savia podrán continuar pidiendo sol, reclamando vida.
Radioactividad
Kumiko no está. El volvió para rescatar algo de su pasado reciente. Un cartel lo alerta: “prohibido pasar por escape radioactivo”. Su abuela falleció en Hiroshima. El nunca imaginó un suceso similar, pese al avance desmedido de las plantas nucleares.
“Paso igual”, dijo. “Necesito ver, ver. No me importa lo que encuentre ni lo que me ocurra. Si ya estoy muriendo”, susurró mientras firmaba la notificación que liberaba de responsabilidades a los guardias gubernamentales.
Soledad
Vuelve a lo que es su casa, hoy. Una maceta y escombros desordenados. El resto: lodo y lodo. Humedad en el suelo y en su rostro quieto, asombrado.
Perro
Olfatea sin hallar rastro de su cubículo canino. Merodea por donde hace unos días lo consideraban mascota. Gira y gira sin comprender el abandono. Orina y sigue camino.
Flores
Entre las maderas y bloques de cemento; entre la nieve sucia y la ropa helada, juguetes, celulares y un puñado de flores que se resiste a fallecer. Caídas, mustias, soportan el frío intenso. Gracias a su savia podrán continuar pidiendo sol, reclamando vida.
Radioactividad
Kumiko no está. El volvió para rescatar algo de su pasado reciente. Un cartel lo alerta: “prohibido pasar por escape radioactivo”. Su abuela falleció en Hiroshima. El nunca imaginó un suceso similar, pese al avance desmedido de las plantas nucleares.
“Paso igual”, dijo. “Necesito ver, ver. No me importa lo que encuentre ni lo que me ocurra. Si ya estoy muriendo”, susurró mientras firmaba la notificación que liberaba de responsabilidades a los guardias gubernamentales.
Gustavo D´Orazio
PUBLICADO ORIGINALMENTE EN 2011, A POCAS SEMANAS DE LA TRAGEDIA NATURAL Y ATOMICA, QUE DEJO MAS DE 20 MIL VICTIMAS.
2 comentarios:
Me gusta mucho el último, aunque los cuatro me han parecido buenos.
Una sonrisa, amigo Gustavo.
Coincido con Juan Carlos. Qué bueno homenajear con el recuerdo a tantos y tantos sufrientes, víctimas todos, aunque hayan sobrevivido.
Abrazo
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