De mí (*)
-Súplica-
Creyeron que era hueca,
frívola y fácil.
Que no sabía cantar,
bailar ni actuar.
Que sólo era una bella mujer.
Un cuerpo delicado,
posado en la alfombra
del Waldorf Astoria.
Que mi intelecto
era débil, ínfimo.
Que no resistiría penas
ni debilidades.
Bueno…
acertaron en mucho.
Pero olvidaron que yo,
Marilyn Monroe,
era una persona:
una persona con sueños.
Que deseé cambiar
para no sucumbir.
Que busqué respeto
y un espacio que no tuve.
Que las pieles y los diamantes
no resultaron curativos.
Que intenté escribir
y lo hice.
-Súplica-
Creyeron que era hueca,
frívola y fácil.
Que no sabía cantar,
bailar ni actuar.
Que sólo era una bella mujer.
Un cuerpo delicado,
posado en la alfombra
del Waldorf Astoria.
Que mi intelecto
era débil, ínfimo.
Que no resistiría penas
ni debilidades.
Bueno…
acertaron en mucho.
Pero olvidaron que yo,
Marilyn Monroe,
era una persona:
una persona con sueños.
Que deseé cambiar
para no sucumbir.
Que busqué respeto
y un espacio que no tuve.
Que las pieles y los diamantes
no resultaron curativos.
Que intenté escribir
y lo hice.
Que la poesía me ayudó;
no me salvó, pero sí permitió expresar
lo que nunca nadie quiso oír ni ver:
mi ser sensible,
mi universo personal.
Bajo las sábanas, siempre.
Fotografiada -hasta el hartazgo-
con la falda plisada,
blanca, en alto.
Rubia, eternamente rubia,
aunque me desdoblen en otras
gracias a la piedad de Warhol.
Si sufrí, callé y pensé;
si soñé, escribí y leí,
a quién le importó.
Aún escucho las risas…
ningún editor me tomó en serio.
Yo no me tomé en serio.
Gravísimo error,
pagado con un derroche de copas,
lágrimas vertidas en cristales rotos
y una veintena de pastillas
que mi cuerpo no soportó.
Equivocada, reprimida,
la escritura fue el Paraíso.
Si nadie atendió mi llamado,
aquel último grito ahogado
(sofisticado, si quieren),
hoy, tal vez, entiendan que
Marilyn era una mueca forzada;
esa fría y temible soledad.
Más que piel, un espíritu dañado,
atormentado por las luces del set;
perdido en el limbo dorado
de un cielo mentiroso
llamado Hollywood.
Gustavo D´Orazio
2011
(*) Hacia finales de 2010, fueron compendiados los poemas que M.M. escribiera en su corta vida. Rechazados, escondidos, resguardados, protegidos, hoy ven la luz en forma de libro.
no me salvó, pero sí permitió expresar
lo que nunca nadie quiso oír ni ver:
mi ser sensible,
mi universo personal.
Bajo las sábanas, siempre.
Fotografiada -hasta el hartazgo-
con la falda plisada,
blanca, en alto.
Rubia, eternamente rubia,
aunque me desdoblen en otras
gracias a la piedad de Warhol.
Si sufrí, callé y pensé;
si soñé, escribí y leí,
a quién le importó.
Aún escucho las risas…
ningún editor me tomó en serio.
Yo no me tomé en serio.
Gravísimo error,
pagado con un derroche de copas,
lágrimas vertidas en cristales rotos
y una veintena de pastillas
que mi cuerpo no soportó.
Equivocada, reprimida,
la escritura fue el Paraíso.
Si nadie atendió mi llamado,
aquel último grito ahogado
(sofisticado, si quieren),
hoy, tal vez, entiendan que
Marilyn era una mueca forzada;
esa fría y temible soledad.
Más que piel, un espíritu dañado,
atormentado por las luces del set;
perdido en el limbo dorado
de un cielo mentiroso
llamado Hollywood.
Gustavo D´Orazio
2011
(*) Hacia finales de 2010, fueron compendiados los poemas que M.M. escribiera en su corta vida. Rechazados, escondidos, resguardados, protegidos, hoy ven la luz en forma de libro.
1 comentario:
Hola Gus. No conocía esa faceta poética de Marilin
Hermoso poema. Creo que ella se lo merece.
Besos, siempre.
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