Tampoco son admisibles las horas en las que las agujas se oponen, pues dan la impresión de ser una sola manecilla que atraviesa la esfera por su centro, cual flecha de cupido atravesando un corazón. Por ello se eliminan las 12:30, las 18:00, las 08:05, las 17:55 y las demás en que se cumpla esa regla. Por la misma razón se rechazan, como en el caso anterior, las horas que estén muy próximas a ese ángulo recto de 180 grados de arco. Y también en este caso los diez minutos parecen corresponderse a una distancia de separación mínima.
10:10
AM., PM.,
10 y 10 hasta el hartazgo.
En cada reloj,
de toda publicidad.
En cada cuadrante,
de hombre o mujer,
de niño o niña.
10 y 10,
sin imaginación,
marca al mundo
la hora única,
global,
de la estética que vende.
AM. o PM.,
no importa.
10 y 10,
para todos,
por siempre.
Como si otra hora
no pudiera señalarnos
el paso del tiempo
-el minuto exacto-,
que va de la vida
a la muerte
de cada día,
de cada vida.
(c) G.D.
Primer Certamen Literario Nacional de la Sociedad de Escritores de Gral. San Martín (SESAM), Mención de Honor en Poesía, 2005.
2 comentarios:
Magnífico. Tanto la introducción como el poema, como todo el conjunto. Un saludo.
Qué curioso! Nunca me había fijado en las fotos de los relojes y efectivamente, he comprobado que mayoritariamente marcan las 10:10.
Me da por pensar que los seres humanos somo de lo más complejo a veces, pero otras somos muy simples. Todos regidos por el mismo patrón.
También me parece un curioso tema de inspiración poética.
Acabo de empezar mis vacaciones de verano (mis vacas). Qué bien!
Un abrazo.
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