Esa gota amiga
(1ra. parte)
No fue sencillo volver al goteo musical, con finalidad somnífera.
“¡Cómo se te ocurrió arreglar la canilla, Pedro!. Sin ella goteando, no podré dormir; ya lo verás”, dijo sintiendo como su frente se teñía de rojo fiebre.
Y así fue. Elsa se acostó una, dos, tres noches… sin poder conciliar el sueño.
Necesitaba de ese sonido mecedor, de ese “toc-toc” constante que, como el viejo reloj a cuerda de su padre, le acompañaba hasta quedarse dormida.
“Pedro, escuchame, aunque te parezca una locura, mañana, llamá al plomero y decile que vuelva a hacer gotear la canilla del baño. Sin su compañía, no puedo dormir”, le aclaró con cara algo ojerosa.
-Elsa, ¿otra de tus manías?, le preguntó su esposo sin miramientos.
-Llamalo como quieras, pero hacelo, subrayó Elsa.
Al día siguiente, el plomero intentó que la canilla goteara lenta y armónicamente, dándole musicalidad al golpeteo del agua sobre la cerámica de la bañera.
Toc-toc, toc-toc, toc-toc… “¿Así está bien, señora?”, dijo el joven de mameluco azul.
-Un minuto, por favor, espéreme, le suplicó Elsa.
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Continuará...
Gustavo D´Orazio
Relato en dos partes, gestado a partir de la consigna de Ana María Oddo. Tanta ella como Patricia Morante están editando sus creaciones. Visiten: bocaquevuela.blogspot.com y patri-kemamell.blogspot.com. En ninguno de los tres espacios, en ninguno de los textos, "la canilla gotea igual".
2 comentarios:
Gus, el relato promete, genera intriga. Buenos diálogos. Espero ansiosa la segunda parte. Que siga goteando la palabra, que siga el toc-toc de la creación compartida.
Abrazos.
Realmente lograste generar mucha curiosidad en mí. Muy bueno la inclusión de la dualidad onomatopeya-sigla, ingrediente sumamente interesante y, sin duda, una muestra más de la creatividad y la experimentación y por qué no de la osadía. Aguardo la segunda parte...
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