El circo
El circo ha dejado su huella.
Un redondel impecable,
de pasto seco,
entre la plaza de arena
y la avenida…
Un entorno verde
que los niños disfrutan
-cada domingo-,
junto a sus padres.
Es un circo viajero
que, cada año,
arriba a Ciudadela
y deja su señal:
un círculo perfecto,
de carpa andariega,
que volverá a instalarse
siempre que un niño
crea en los magos,
se asombre del equilibrista
y observe extasiado
los malabares de fuego
en la pista de aserrín.
En este circo no hay animales.
Algunos perros y gatos
acompañan al gentío,
al público que disfruta la función,
sobre el césped resecado.
El circo ha dejado su huella.
Un redondel impecable,
de pasto seco,
entre la plaza de arena
y la avenida…
Un entorno verde
que los niños disfrutan
-cada domingo-,
junto a sus padres.
Es un circo viajero
que, cada año,
arriba a Ciudadela
y deja su señal:
un círculo perfecto,
de carpa andariega,
que volverá a instalarse
siempre que un niño
crea en los magos,
se asombre del equilibrista
y observe extasiado
los malabares de fuego
en la pista de aserrín.
En este circo no hay animales.
Algunos perros y gatos
acompañan al gentío,
al público que disfruta la función,
sobre el césped resecado.
(R) Gustavo D´Orazio
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