UN DIA MAS
Ya nadie pone la mesa. Ella come de pie, mientras lleva –en un plato- la hamburguesa con queso. Es para su hijo que, sentado frente a la computadora, la deglutirá como sándwich, sin saber de manteles ni servilletas.
Una sopa rápida, oficia de cena para la niña. Pequeños dedalitos, cocidos en microondas, multicolores y alegres.
El marido -quejoso- sorberá, inquieto, un vaso de vino. Jugo, para el resto. Arroz recalentado, para él.
No hay reunión. No hay diálogo. No hay mantel ni servilletas.
Cubiertos, sí. La televisión encendida, ocupa el lugar del anfitrión.
Los ladridos del perro dan cuenta de lo doméstico, del fin del día.
Ya nadie pone la mesa. Ella come de pie, mientras lleva –en un plato- la hamburguesa con queso. Es para su hijo que, sentado frente a la computadora, la deglutirá como sándwich, sin saber de manteles ni servilletas.
Una sopa rápida, oficia de cena para la niña. Pequeños dedalitos, cocidos en microondas, multicolores y alegres.
El marido -quejoso- sorberá, inquieto, un vaso de vino. Jugo, para el resto. Arroz recalentado, para él.
No hay reunión. No hay diálogo. No hay mantel ni servilletas.
Cubiertos, sí. La televisión encendida, ocupa el lugar del anfitrión.
Los ladridos del perro dan cuenta de lo doméstico, del fin del día.
Gustavo D´Orazio
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