Invierno 2009

La rueda...
Ya no son tan niños. Sin embargo, aún, planeamos salidas y unas vacaciones de invierno compartidas. El mayor, prácticamente, vive conectado al mundo virtual. Dialoga con los adultos (sus padres, tíos y abuelos), comparte, mas no es imprescindible generarle paseos, sí orientarlo o apoyarlo para resolver entretenimientos con sus pares, sus amigos, que también han crecido. La menor, volvió a acompañarme, unos días, a la casa de mis padres. Son hijos, los dos, muy queridos y dinámicos. Dispuestos a caminar, viajar, hacer manualidades, ver cine, recorrer un barrio desconocido, etc. Saben como no aburrirse. Quieren volar y lo hacen. Al volver, hablan de sus experiencias y dan cuenta de su libertad, de su preadolescencia.
En Castelar, pasamos dos noches en mi antigua habitación de soltero. La revista Billiken nos desveló, a mi hija y a mí, con juegos y sopas de letras. Son momentos compartidos para el recuerdo. Para atesorar. Una semana de relax, en medio de tanta velocidad, de tanto trámite apurado, gripe A, aumentos y cambios de gabinete....Vino muy bien.
Lejos de las tareas habituales, los compromisos laborales, una lectura plácida, alguna caminata y tiempo para charlar, hicieron que los días transcurrieran sin sobresaltos: salvo la tormenta del 21 de julio y el viento imparable del 22, el resto estuvo bueno. Día del amigo entre compañeros. Mails y llamados para confirmar lo sembrado. Algo dulce (rico) para mitigar el invierno y mates familiares entre fotos y anécdotas de otras épocas, fueron excelente cobijo. Unas minivacaciones sin aeropuestos, ni playas, ni nieve. Paz y posibilidades de pensar cómo arrancar en esta segunda mitad del año para cumplir con lo previsto y hallar alegría en las horas por descubrir. Mirar hacia atrás, volver al presente y desplegar fuerzas e ingenio. La rueda seguirá rodando. Hasta el receso invernal de 2010. G.D.