I Parte:
Petrona Rosende
Primera Dama del Periodismo Nacional (*)
Nació en Montevideo pero conquistó un espacio en Buenos Aires. De las letras y la educación pasó al periodismo, editando el primer periódico "femenino" de la Argentina, en 1830. "La Aljaba", así se denominaba. Una caja de flechas, según el diccionario, que arrojaba suaves puntas de tinta en papel. Petrona Rosende fue una precursora que, aun signada por la tragedia familiar, halló reservas para torcer su destino y destacarse en pleno siglo XIX, a ambos márgenes del Plata.
Una búsqueda femenina más que feminista
Petrona Rosende de Sierra llegó a Buenos Aires durante el primer gobierno de Rosas, junto a su segundo esposo: José Agustín Sierra. Escapaba así, no sólo de la dominación brasileña a la Provincia Oriental -sujeta a los vaivenes político-militares propios de la etapa emancipadora que vivía el Río de la Plata- sino también de un destino que la premiaría con larguísima vida (fallece a los 75 años, en Montevideo, un 28 de enero de 1863), a cambio de las muertes constantes y el desagarro antinatural de ver morir a su hija Máxima, apenas un mes después de contraer enlace.
Audaz y decidida, Petrona había nacido en un hogar tradicional, de origen español, el 18 de octubre de 1787. Las ideas de libertad, igualdad y fraternidad, surgidas tras la Revolución Francesa, parecen -a la distancia- haber orientado su temple, para la época un modelo que escasas mujeres se atrevieron a cultivar, dominadas aún por el mandato paterno, las obligaciones del hogar y el saber callar.
Manuel Rosende y Rita Jordán fueron sus padres. Petrona, como toda "buena niña" nacida en la colonia, debía encontrar en las labores y la religión su espacio de expresión; y en el matrimonio y la maternidad, la plena realización de su existencia.
Sin renegar de ello, su mirada sobre el mundo comenzó a descorrer un velo que la definió, rápidamente, como poseedora de una sensibilidad y percepción distintas.
Tal vez, el haber enviudado rápidamente, el contraer enlace en segundas nupcias (en marzo de 1812) con un hombre de firmes convicciones -José A. Sierra fue padre de Atanasio Domingo Sierra, uno de los integrantes de la cruzada libertadora de 1825, conocida como Expedición de los Treinta y Tres, bajo las órdenes de Juan Antonio Lavalleja-, hicieron de Petrona una mujer cuya fortaleza moral y espíritu inquieto desbordarían los márgenes de lo establecido; del femenino encorsetado entre telas, misales y rudimentarias enseñanzas que casi no alfabetizaban "al bello sexo".
El 25 de agosto de 1825, la parte de la Banda Oriental reconquistada a los brasileños declaró su independencia y su unión a las Provincias Unidas del Río de
la Plata; la otra parte del territorio, con el nombre de Provincia Cisplatina siguió bajo la ocupación brasileña hasta el tratado de paz de 1828.
No es un dato más en la historia del actual Uruguay, y menos en el derrotero de los Rosende-Sierra que, en busca de un nuevo horizonte de realización familiar, lejano al devenir intestino del territorio que los veía madurar, se animaron al Buenos Aires del poderoso Brigadier General Don Juan Manuel de Rosas y a la cerrada sociedad de entonces: signada por la tertulia, los enfrentamientos ideológicos y la aparición en la escena pública de algunas mujeres fuertes, como Doña Encarnación Ezcurra y Manuelita Rosas, tiempo después.
Posiblemente, este panorama, este clima cultural, ayudaron a Petrona a terminar la idea de exponerse más, de expresarse según lo sintiera y desease.
A la Petrona-visitante, proveniente de una comunidad menos evolucionada y mundana que Buenos Aires, sólo le faltaba concretar el acto de surgir y ocupar ese espacio que pocas representantes de su género se habían animado a delinear y reclamar.
Curiosamente, una contemporánea suya, María de Todos los Santos Sánchez de Thompson y de Mendeville -nacida un año antes que ella, en 1786- vivió un itinerario similar pero inverso.
“La Safo Oriental”
Sin dedicarse a la literatura, "Mariquita" fue la mujer más descollante de la Colonia y de los primeros tiempos patrios; resignificó el rol que la mujer había desarrollado hasta el momento, opinando y desdibujando los límites entre vida pública y privada.
Su carácter e influencia política fueron notables y, en oposición a la poetisa oriental, en tiempos de Rosas partió a Montevideo, volviendo tras un largo exilio en otros países, en 1852.
De todos modos, si Petrona descubrió en estas mujeres decididas un espejo determinante, fue la vida en la Banda Oriental la que inspiró los dispares intereses que guiaron sus poemas, las primeras fábulas de una escritora incipiente y elemental, en medio del universo literario copado por plumas masculinas y críticos esquivos.
Largos y pausados viajes, íntimas sensaciones sobre la felicidad y la vida, paisajes naturales con permanente presencia humana, son las motivaciones básicas de esta "Safo Oriental" -al decir del escritor uruguayo Alberto Zum Felde-, cultivadora de la voluntad iluminista y la moraleja didáctica, educativa.
Una mujer femenina más que feminista, decidida a afirmar la existencia de la mujer, sus deseos y opiniones, sin fomentar un discurso convocante o revolucionario.
A escasos veinte años de la Revolución de Mayo y a catorce de la Declaración de la Independencia, en la Argentina de Rosas, las mujeres todavía siguen recoletas, pensando en la crianza de los hijos, en hacer labores y callar... Sin embargo, cuando Petrona Rosende de Sierra decide hacer periodismo, confirma que las mujeres pueden y deben hablar, expresarse y pensar.
Algo tan sustancial y simple de entender hoy, pero omitido y censurado por entonces, y apenas sorteado o enfrentado -con dispar suerte- por un puñado de mujeres poseedoras de una mentalidad más abierta y cierto poder económico, conferido por sus dotes o pertenencia de clase.
Camila O' Gorman, primero; más tarde Rosa Guerra, fundadora La Camelia, en 1852; Juana Manso, en 1854, con Álbum de Señoritas y Eduarda Mansilla, sobrina del mismísimo Rosas, que firmaba Alvar o Daniel, columnas dedicadas a la moda o la música en El Plata Ilustrado, en 1871, confirman el avance de "ellas"; el lento y sinuoso camino que les aguarda en la defensa de sus derechos y el enorme mérito de Petrona en haberlo hecho a través de un semanario, en una etapa que no reconoce experiencia similar.
Rosende de Sierra es, entonces, la precursora de un feminismo tibio, poco acusador -no molesto-, pero que, teñido de buenos modales, dice o filtra algo más profundo y grave.
Tras unos años de permanencia en la “gran aldea”, suficientes para conocer su ritmo y entablar contactos que le permitieran llevar adelante su empresa -su sueño-, funda en noviembre de 1830 La Aljaba: primera publicación dirigida y redactada por una mujer, en este margen del Plata.
Inaugura así , una instancia histórica, en una Buenos Aires dotada ya 19 periódicos, pero ninguno concebido desde la óptica femenina.
Con material de interés general y notas pensadas para la mujer, La Aljaba acuña un lema dirigido al corazón de Adán: "Nos libraremos de la injusticia de los hombres solamente cuando no existamos entre ellos".
Entre consejos livianos, domésticos y costumbristas, La Aljaba se las ingenia para exaltar el rol de la educación, abogando por la instrucción de las niñas, para otorgarles conocimientos y rescatarlas del silencio opresor.
El periódico, que se edita en la Imprenta del Estado, dos veces por semana y a un costo de dos reales el ejemplar, dejó de salir en enero de 1831, completando una colección de 18 números.
Su directora, que no se da a conocer con nombre y apellido, hizo foco en temáticas que demostraron una postura personal elevada, surgida de su formación cristiana y pacifista.
"Con equivocación -decía- se pretende que el lujo es el alma del comercio, la fuente de la riqueza y la prosperidad de un Estado. No hay más que consultar la experiencia, y se verá en los anales del universo, que los Estados se han elevado por la virtud, y mantenídose con la frugalidad".
Los principales asuntos que analizó o a los cuales se refirió, a lo largo de su corta vida, difundieron siempre una concepción clasicista de la mujer en sociedad, bajo la inspiración de “educar a las hijas, inspirarles amor a la Patria, creencias religiosas y respeto a Dios”, sin olvidar los comportamientos en reuniones, la poesía y frases literarias, en un compendio que hoy bien encajaría en la idea de “formato femenino” y notas del acontecer citadino.
Voz de Mujer
En esos años, desde la Argentina o desde los periódicos del padre Castañeda, como La Matrona Comentadora Doña María Retazos, los hombres empleaban voces de mujeres para su intervención periodística. Con La Aljaba, en cambio, irrumpe, por primera vez en la historia cultural argentina, un periódico íntegramente pensado y redactado por una mujer.
La actitud de esta editora, en la primera mitad del siglo XIX, adquiere una fuerza y una dimensión que difícilmente podamos valorar en nuestros días, con la mujer definitivamente emancipada y dispuesta a encarar cualquier empresa.
Desde el 16 de noviembre de 1830 -durante el primer gobierno de Rosas- y hasta el 14 de enero de 1831, con una frecuencia de dos números semanales, La Aljaba se constituyó en el primer medio gráfico realizado íntegramente con voz de mujer. Valía 3 reales y la suscripción, 3 pesos al mes.
Transcurrido el tiempo, pasó al olvido y hoy su existencia es prácticamente desconocida para la casi totalidad de argentinos y uruguayos.
II Parte - Petrona Rosende...La Poetiza
Sin dejar de cultivar la poesía y fiel a sus orígenes, a su sentir nacional, cuando la Constitución de 1830 erigió al Estado Oriental del Uruguay en República Soberana, Petrona Rosente volvió a su Montevideo natal, con la experiencia del hacer periodístico y el roce social-cultural que su intelecto buscaba desde jovencita.
La tragedia, igualmente, no la abandonaría del todo, pese al interregno vivido en Buenos Aires. Una vez en el Uruguay, las guerras Grande (que se extendió por más de 12 años), civiles y contra el Paraguay (1865-70) no cesaron hasta 1872, convulsionando el país y a su espíritu, hasta arrebatarle a sus dos hijos varones, Benjamín y Anacleto, alistados en las contiendas como le correspondía a dos verdaderos y auténticos patriotas.
El verso, el decir meditativo, la lectura y las prácticas religiosas ocuparon un nuevo tiempo, al igual que la educación orientada a las señoritas de entonces.
Según la costumbre de la retórica neoclásica, sus textos literarios se adecuan al discurso urbano y al castellano académico, mas como una masa confusa y de pocas variaciones temáticas.
Rosende, en oposición a otros escritores del primitivismo rioplatense, deja emerger una aguda sensibilidad en virtud de la apelación emotiva, en general ausente en los demás poetas. Describe, como en los versos que siguen, el estatus intelectual de su tiempo en la parodia de un presumido:
"Estudioso! ¡En gran manera! Se levanta con Horacio, Y con Homero se acuesta, Almuerza con Cicerón, Y con Sócrates merienda".
(A Julia, letrilla).
"Los temas -anotó Gustavo Gallinal- además de los sucesos históricos, son los grandes lugares comunes de la poesía civil: la libertad, la patria, el progreso y el odio a la tiranía". “La universalidad de estos asuntos -sostiene el investigador- se ve reforzada por fatigadas menciones de la historia y la mitología grecorromana, en ocasiones asfixiando las alabanzas a caudillos o a batallas protagonizadas por los "bravos" hombres de aquellos tiempos”.
Ese lenguaje –agrega- programó "efusiones obligatorias", como le gustaba decir a Borges. Casi no hay composición patriótica que no exhiba verbos como "inflamar", "perecer", "oprimir", "implorar" o "retemblar". Pese a las rigideces enumeradas, entre los veinticuatro vates del “Parnaso Oriental “ (compendio de las primeras expresiones literarias del uruguay germinal, en el siglo XIX), muy pocos son los que aciertan a medir con exactitud sus octavas, sus décimas o sus sonetos. De esto también se daría cuenta Petrona Rosende quien, cuando abandona cierto tono lacrimógeno y funeral, logra dar muestras de preciso ingenio y buen humor:
"Poetas sabios [...] Se evaporizan Haciendo versos, Por un chillido, Por un bostezo, [...] Unos son cojos Otros son tuertos. Algunos mancos Y muchos ciegos".
(A los que hacen versos a cada cosa, letrilla).
Sin las investigaciones de Luciano Lira, seguramente se hubiera perdido para siempre la primitiva poesía académica de este territorio: los poemas de José Prego de Oliver y el drama “La lealdad más acendrada y Buenos Aires vengada”, del presbítero Juan Francisco Martínez. Estos textos cantan la resistencia de Montevideo contra el invasor inglés en 1807. Y aunque se dispone de mínimas informaciones sobre sus autores, se sabe que los dos fueron fieles a la corona española hasta el final.
A Lira se le debe, también, el conocimiento de todos los poemas de Petrona Rosende, que extrajo de la prensa y de las propias manos de esta “Décima Musa” (como la bautizó su par, Acuña), los cuales hubieran tenido que esperar quién sabe cuántos siglos para que alguien los descubriera. Esos mismos poemas son los que todavía no han sido reunidos en volumen independiente y que nadie ha acrecentado con nuevos descubrimientos, por más que últimamente se le ha dispensado a su obra y a La Aljaba, periódico para el bello secso (sic) argentino (1830-1831), una atención de la que antes estaba huérfana.
A esta faceta de Petrona, a sus trabajos periodísticos en otro periódico destinado a mujeres, “La Argentina”,donde se cree también redactó y publicó pensamientos y creaciones líricas, casi en la misma época de La Aljaba, debe agregársele una función muy importante, que completaría su misión como mujer adelantada: ser educadora y directora de los primeros centros de formación para niñas. Se sabe que en noviembre de 1835, instalada definitivamente en su tierra natal, inaugura los cursos de la Casa de Educación para Señoritas.
Los trabajos escolares, según un anuncio publicado en el Estandarte Nacional, consisten en “leer con ortografía, escribir con elegancia y claridad, contar con gramática aplicada (no de memoria como se enseña en general), coser, marcar, bordar, etc.” Un último refugio, entonces, para quien viviría hasta los 75 años de edad, falleciendo en Montevideo, el 28 de enero de 1863, tras jubilarse y vivir de los magros ingresos que su pensión le proveían en un retiro donde no dejó de leer, de asistir a veladas poéticas, de aventurarse con el romanticismo español y de meditar -sin saberlo a ciencia cierta, claro- hasta dónde llegarían las mujeres y cuán de atrevidas se tornarían, en la compleja tarea de coexistir junto a los hombres. Jamás detrás, jamás por delante, pero sí al mismo nivel que éste.
Lo que decía “La Aljaba”
Estaba "dedicado al bello sexo argentino".
Ofrecía “variedades instructivas, anécdotas selectas, pasajes históricos y poesía”.
Su directora, declaraba “que conoce las dificultades que le esperan, 'ella conoce todos los sinsabores, que tiene que gustar, mas es valiente, aunque no sea fuerte y vencerá todos los obstáculos”.
Algunas veces, interviene directamente en la escena política, como en el número 4 del 26 de noviembre, cuando escribe: “¡Argentinas de todos los pueblos del interior!, con vosotras hablo, compatriotas cordobesas, tucumanas, salteñas, santiagueñas y todas, en unidad, vuestros ruegos con las porteñas; postrémonos todas ante los hombres, alcemos nuestras manos, lloremos, federales y unitarios queden desarmados por nuestras súplicas y nuestras lágrimas”.
En 2004 y gracias a un acuerdo entre el Instituto Cultural bonaerense, de quien depende el Archivo Histórico de la provincia, y el Instituto Bibliográfico Antonio Zini, único organismo de todo el país que cuenta con los 18 números de La Aljaba, se puso en pleno proceso de reedición un número limitado de ejemplares, a 173 años de su aparición, presentándose en el mes de noviembre la obra.
Fuentes consultadas: diarios La Nación, El Día, Clarín. Sitios de internet: www.grumete. com; www.henciclopedia.org.ar. Aportes de Cristina Iglesia (UBA), Lily Sosa de Newton, Sandro Olaza y Cristina Álvarez Rodríguez (Instituto de Cultura de la Pcia. de Buenos Aires).
La presente investigación participó del Concurso Creatividad Periodística 2004, organizado por la Academia Nacional de Periodismo.
Petrona Rosende
Primera Dama del Periodismo Nacional (*)
Nació en Montevideo pero conquistó un espacio en Buenos Aires. De las letras y la educación pasó al periodismo, editando el primer periódico "femenino" de la Argentina, en 1830. "La Aljaba", así se denominaba. Una caja de flechas, según el diccionario, que arrojaba suaves puntas de tinta en papel. Petrona Rosende fue una precursora que, aun signada por la tragedia familiar, halló reservas para torcer su destino y destacarse en pleno siglo XIX, a ambos márgenes del Plata.
Una búsqueda femenina más que feminista
Petrona Rosende de Sierra llegó a Buenos Aires durante el primer gobierno de Rosas, junto a su segundo esposo: José Agustín Sierra. Escapaba así, no sólo de la dominación brasileña a la Provincia Oriental -sujeta a los vaivenes político-militares propios de la etapa emancipadora que vivía el Río de la Plata- sino también de un destino que la premiaría con larguísima vida (fallece a los 75 años, en Montevideo, un 28 de enero de 1863), a cambio de las muertes constantes y el desagarro antinatural de ver morir a su hija Máxima, apenas un mes después de contraer enlace.
Audaz y decidida, Petrona había nacido en un hogar tradicional, de origen español, el 18 de octubre de 1787. Las ideas de libertad, igualdad y fraternidad, surgidas tras la Revolución Francesa, parecen -a la distancia- haber orientado su temple, para la época un modelo que escasas mujeres se atrevieron a cultivar, dominadas aún por el mandato paterno, las obligaciones del hogar y el saber callar.
Manuel Rosende y Rita Jordán fueron sus padres. Petrona, como toda "buena niña" nacida en la colonia, debía encontrar en las labores y la religión su espacio de expresión; y en el matrimonio y la maternidad, la plena realización de su existencia.
Sin renegar de ello, su mirada sobre el mundo comenzó a descorrer un velo que la definió, rápidamente, como poseedora de una sensibilidad y percepción distintas.
Tal vez, el haber enviudado rápidamente, el contraer enlace en segundas nupcias (en marzo de 1812) con un hombre de firmes convicciones -José A. Sierra fue padre de Atanasio Domingo Sierra, uno de los integrantes de la cruzada libertadora de 1825, conocida como Expedición de los Treinta y Tres, bajo las órdenes de Juan Antonio Lavalleja-, hicieron de Petrona una mujer cuya fortaleza moral y espíritu inquieto desbordarían los márgenes de lo establecido; del femenino encorsetado entre telas, misales y rudimentarias enseñanzas que casi no alfabetizaban "al bello sexo".
El 25 de agosto de 1825, la parte de la Banda Oriental reconquistada a los brasileños declaró su independencia y su unión a las Provincias Unidas del Río de
la Plata; la otra parte del territorio, con el nombre de Provincia Cisplatina siguió bajo la ocupación brasileña hasta el tratado de paz de 1828.
No es un dato más en la historia del actual Uruguay, y menos en el derrotero de los Rosende-Sierra que, en busca de un nuevo horizonte de realización familiar, lejano al devenir intestino del territorio que los veía madurar, se animaron al Buenos Aires del poderoso Brigadier General Don Juan Manuel de Rosas y a la cerrada sociedad de entonces: signada por la tertulia, los enfrentamientos ideológicos y la aparición en la escena pública de algunas mujeres fuertes, como Doña Encarnación Ezcurra y Manuelita Rosas, tiempo después.
Posiblemente, este panorama, este clima cultural, ayudaron a Petrona a terminar la idea de exponerse más, de expresarse según lo sintiera y desease.
A la Petrona-visitante, proveniente de una comunidad menos evolucionada y mundana que Buenos Aires, sólo le faltaba concretar el acto de surgir y ocupar ese espacio que pocas representantes de su género se habían animado a delinear y reclamar.
Curiosamente, una contemporánea suya, María de Todos los Santos Sánchez de Thompson y de Mendeville -nacida un año antes que ella, en 1786- vivió un itinerario similar pero inverso.
“La Safo Oriental”
Sin dedicarse a la literatura, "Mariquita" fue la mujer más descollante de la Colonia y de los primeros tiempos patrios; resignificó el rol que la mujer había desarrollado hasta el momento, opinando y desdibujando los límites entre vida pública y privada.
Su carácter e influencia política fueron notables y, en oposición a la poetisa oriental, en tiempos de Rosas partió a Montevideo, volviendo tras un largo exilio en otros países, en 1852.
De todos modos, si Petrona descubrió en estas mujeres decididas un espejo determinante, fue la vida en la Banda Oriental la que inspiró los dispares intereses que guiaron sus poemas, las primeras fábulas de una escritora incipiente y elemental, en medio del universo literario copado por plumas masculinas y críticos esquivos.
Largos y pausados viajes, íntimas sensaciones sobre la felicidad y la vida, paisajes naturales con permanente presencia humana, son las motivaciones básicas de esta "Safo Oriental" -al decir del escritor uruguayo Alberto Zum Felde-, cultivadora de la voluntad iluminista y la moraleja didáctica, educativa.
Una mujer femenina más que feminista, decidida a afirmar la existencia de la mujer, sus deseos y opiniones, sin fomentar un discurso convocante o revolucionario.
A escasos veinte años de la Revolución de Mayo y a catorce de la Declaración de la Independencia, en la Argentina de Rosas, las mujeres todavía siguen recoletas, pensando en la crianza de los hijos, en hacer labores y callar... Sin embargo, cuando Petrona Rosende de Sierra decide hacer periodismo, confirma que las mujeres pueden y deben hablar, expresarse y pensar.
Algo tan sustancial y simple de entender hoy, pero omitido y censurado por entonces, y apenas sorteado o enfrentado -con dispar suerte- por un puñado de mujeres poseedoras de una mentalidad más abierta y cierto poder económico, conferido por sus dotes o pertenencia de clase.
Camila O' Gorman, primero; más tarde Rosa Guerra, fundadora La Camelia, en 1852; Juana Manso, en 1854, con Álbum de Señoritas y Eduarda Mansilla, sobrina del mismísimo Rosas, que firmaba Alvar o Daniel, columnas dedicadas a la moda o la música en El Plata Ilustrado, en 1871, confirman el avance de "ellas"; el lento y sinuoso camino que les aguarda en la defensa de sus derechos y el enorme mérito de Petrona en haberlo hecho a través de un semanario, en una etapa que no reconoce experiencia similar.
Rosende de Sierra es, entonces, la precursora de un feminismo tibio, poco acusador -no molesto-, pero que, teñido de buenos modales, dice o filtra algo más profundo y grave.
Tras unos años de permanencia en la “gran aldea”, suficientes para conocer su ritmo y entablar contactos que le permitieran llevar adelante su empresa -su sueño-, funda en noviembre de 1830 La Aljaba: primera publicación dirigida y redactada por una mujer, en este margen del Plata.
Inaugura así , una instancia histórica, en una Buenos Aires dotada ya 19 periódicos, pero ninguno concebido desde la óptica femenina.
Con material de interés general y notas pensadas para la mujer, La Aljaba acuña un lema dirigido al corazón de Adán: "Nos libraremos de la injusticia de los hombres solamente cuando no existamos entre ellos".
Entre consejos livianos, domésticos y costumbristas, La Aljaba se las ingenia para exaltar el rol de la educación, abogando por la instrucción de las niñas, para otorgarles conocimientos y rescatarlas del silencio opresor.
El periódico, que se edita en la Imprenta del Estado, dos veces por semana y a un costo de dos reales el ejemplar, dejó de salir en enero de 1831, completando una colección de 18 números.
Su directora, que no se da a conocer con nombre y apellido, hizo foco en temáticas que demostraron una postura personal elevada, surgida de su formación cristiana y pacifista.
"Con equivocación -decía- se pretende que el lujo es el alma del comercio, la fuente de la riqueza y la prosperidad de un Estado. No hay más que consultar la experiencia, y se verá en los anales del universo, que los Estados se han elevado por la virtud, y mantenídose con la frugalidad".
Los principales asuntos que analizó o a los cuales se refirió, a lo largo de su corta vida, difundieron siempre una concepción clasicista de la mujer en sociedad, bajo la inspiración de “educar a las hijas, inspirarles amor a la Patria, creencias religiosas y respeto a Dios”, sin olvidar los comportamientos en reuniones, la poesía y frases literarias, en un compendio que hoy bien encajaría en la idea de “formato femenino” y notas del acontecer citadino.
Voz de Mujer
En esos años, desde la Argentina o desde los periódicos del padre Castañeda, como La Matrona Comentadora Doña María Retazos, los hombres empleaban voces de mujeres para su intervención periodística. Con La Aljaba, en cambio, irrumpe, por primera vez en la historia cultural argentina, un periódico íntegramente pensado y redactado por una mujer.
La actitud de esta editora, en la primera mitad del siglo XIX, adquiere una fuerza y una dimensión que difícilmente podamos valorar en nuestros días, con la mujer definitivamente emancipada y dispuesta a encarar cualquier empresa.
Desde el 16 de noviembre de 1830 -durante el primer gobierno de Rosas- y hasta el 14 de enero de 1831, con una frecuencia de dos números semanales, La Aljaba se constituyó en el primer medio gráfico realizado íntegramente con voz de mujer. Valía 3 reales y la suscripción, 3 pesos al mes.
Transcurrido el tiempo, pasó al olvido y hoy su existencia es prácticamente desconocida para la casi totalidad de argentinos y uruguayos.
II Parte - Petrona Rosende...La Poetiza
Sin dejar de cultivar la poesía y fiel a sus orígenes, a su sentir nacional, cuando la Constitución de 1830 erigió al Estado Oriental del Uruguay en República Soberana, Petrona Rosente volvió a su Montevideo natal, con la experiencia del hacer periodístico y el roce social-cultural que su intelecto buscaba desde jovencita.
La tragedia, igualmente, no la abandonaría del todo, pese al interregno vivido en Buenos Aires. Una vez en el Uruguay, las guerras Grande (que se extendió por más de 12 años), civiles y contra el Paraguay (1865-70) no cesaron hasta 1872, convulsionando el país y a su espíritu, hasta arrebatarle a sus dos hijos varones, Benjamín y Anacleto, alistados en las contiendas como le correspondía a dos verdaderos y auténticos patriotas.
El verso, el decir meditativo, la lectura y las prácticas religiosas ocuparon un nuevo tiempo, al igual que la educación orientada a las señoritas de entonces.
Según la costumbre de la retórica neoclásica, sus textos literarios se adecuan al discurso urbano y al castellano académico, mas como una masa confusa y de pocas variaciones temáticas.
Rosende, en oposición a otros escritores del primitivismo rioplatense, deja emerger una aguda sensibilidad en virtud de la apelación emotiva, en general ausente en los demás poetas. Describe, como en los versos que siguen, el estatus intelectual de su tiempo en la parodia de un presumido:
"Estudioso! ¡En gran manera! Se levanta con Horacio, Y con Homero se acuesta, Almuerza con Cicerón, Y con Sócrates merienda".
(A Julia, letrilla).
"Los temas -anotó Gustavo Gallinal- además de los sucesos históricos, son los grandes lugares comunes de la poesía civil: la libertad, la patria, el progreso y el odio a la tiranía". “La universalidad de estos asuntos -sostiene el investigador- se ve reforzada por fatigadas menciones de la historia y la mitología grecorromana, en ocasiones asfixiando las alabanzas a caudillos o a batallas protagonizadas por los "bravos" hombres de aquellos tiempos”.
Ese lenguaje –agrega- programó "efusiones obligatorias", como le gustaba decir a Borges. Casi no hay composición patriótica que no exhiba verbos como "inflamar", "perecer", "oprimir", "implorar" o "retemblar". Pese a las rigideces enumeradas, entre los veinticuatro vates del “Parnaso Oriental “ (compendio de las primeras expresiones literarias del uruguay germinal, en el siglo XIX), muy pocos son los que aciertan a medir con exactitud sus octavas, sus décimas o sus sonetos. De esto también se daría cuenta Petrona Rosende quien, cuando abandona cierto tono lacrimógeno y funeral, logra dar muestras de preciso ingenio y buen humor:
"Poetas sabios [...] Se evaporizan Haciendo versos, Por un chillido, Por un bostezo, [...] Unos son cojos Otros son tuertos. Algunos mancos Y muchos ciegos".
(A los que hacen versos a cada cosa, letrilla).
Sin las investigaciones de Luciano Lira, seguramente se hubiera perdido para siempre la primitiva poesía académica de este territorio: los poemas de José Prego de Oliver y el drama “La lealdad más acendrada y Buenos Aires vengada”, del presbítero Juan Francisco Martínez. Estos textos cantan la resistencia de Montevideo contra el invasor inglés en 1807. Y aunque se dispone de mínimas informaciones sobre sus autores, se sabe que los dos fueron fieles a la corona española hasta el final.
A Lira se le debe, también, el conocimiento de todos los poemas de Petrona Rosende, que extrajo de la prensa y de las propias manos de esta “Décima Musa” (como la bautizó su par, Acuña), los cuales hubieran tenido que esperar quién sabe cuántos siglos para que alguien los descubriera. Esos mismos poemas son los que todavía no han sido reunidos en volumen independiente y que nadie ha acrecentado con nuevos descubrimientos, por más que últimamente se le ha dispensado a su obra y a La Aljaba, periódico para el bello secso (sic) argentino (1830-1831), una atención de la que antes estaba huérfana.
A esta faceta de Petrona, a sus trabajos periodísticos en otro periódico destinado a mujeres, “La Argentina”,donde se cree también redactó y publicó pensamientos y creaciones líricas, casi en la misma época de La Aljaba, debe agregársele una función muy importante, que completaría su misión como mujer adelantada: ser educadora y directora de los primeros centros de formación para niñas. Se sabe que en noviembre de 1835, instalada definitivamente en su tierra natal, inaugura los cursos de la Casa de Educación para Señoritas.
Los trabajos escolares, según un anuncio publicado en el Estandarte Nacional, consisten en “leer con ortografía, escribir con elegancia y claridad, contar con gramática aplicada (no de memoria como se enseña en general), coser, marcar, bordar, etc.” Un último refugio, entonces, para quien viviría hasta los 75 años de edad, falleciendo en Montevideo, el 28 de enero de 1863, tras jubilarse y vivir de los magros ingresos que su pensión le proveían en un retiro donde no dejó de leer, de asistir a veladas poéticas, de aventurarse con el romanticismo español y de meditar -sin saberlo a ciencia cierta, claro- hasta dónde llegarían las mujeres y cuán de atrevidas se tornarían, en la compleja tarea de coexistir junto a los hombres. Jamás detrás, jamás por delante, pero sí al mismo nivel que éste.
Lo que decía “La Aljaba”
Estaba "dedicado al bello sexo argentino".
Ofrecía “variedades instructivas, anécdotas selectas, pasajes históricos y poesía”.
Su directora, declaraba “que conoce las dificultades que le esperan, 'ella conoce todos los sinsabores, que tiene que gustar, mas es valiente, aunque no sea fuerte y vencerá todos los obstáculos”.
Algunas veces, interviene directamente en la escena política, como en el número 4 del 26 de noviembre, cuando escribe: “¡Argentinas de todos los pueblos del interior!, con vosotras hablo, compatriotas cordobesas, tucumanas, salteñas, santiagueñas y todas, en unidad, vuestros ruegos con las porteñas; postrémonos todas ante los hombres, alcemos nuestras manos, lloremos, federales y unitarios queden desarmados por nuestras súplicas y nuestras lágrimas”.
En 2004 y gracias a un acuerdo entre el Instituto Cultural bonaerense, de quien depende el Archivo Histórico de la provincia, y el Instituto Bibliográfico Antonio Zini, único organismo de todo el país que cuenta con los 18 números de La Aljaba, se puso en pleno proceso de reedición un número limitado de ejemplares, a 173 años de su aparición, presentándose en el mes de noviembre la obra.
Fuentes consultadas: diarios La Nación, El Día, Clarín. Sitios de internet: www.grumete. com; www.henciclopedia.org.ar. Aportes de Cristina Iglesia (UBA), Lily Sosa de Newton, Sandro Olaza y Cristina Álvarez Rodríguez (Instituto de Cultura de la Pcia. de Buenos Aires).
La presente investigación participó del Concurso Creatividad Periodística 2004, organizado por la Academia Nacional de Periodismo.
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