PENULTIMA MORADA
Tibia aún
olerá a mí
como el último recuerdo.
Mi silueta
habrá quedado estampada en su fibra.
Un inexplicable e indigno sudario
que, al día siguiente, será enjuagado en LAVE-RAP automático,
purificando para siempre de pecados
los genes dispersos del que fue y ya no es.
Luego, esa sábana almidonada
-con perfume tecnológico-
será doblada sin rastro ni olor humanos;
perfecta en su textura de lino fresco
volverá (suave) al placard de aglomerado.
Mención de Honor - Concurso de Poesía SADE, MERCEDES, BUENOS AIRES, 1990.
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