Serenidad
Un manto negro, compacto,
cubre el límite de la vida,
el cordón de la vereda.
Atascados,
varios automóviles
se hunden
devorados -tragados-
por una bocanada
de agua barrosa
que al sepultarlos
torna inmediato el fin,
tanto...
que ya no puedo escapar.
...y quedo bajo ese líquido pasmoso,
oculto.
Sigo respirando
en silencio,
sin ver a las otras gentes
que a mi alrededor estaban;
sé que todo ha terminado
y en paz
duermo profundamente sin miedos ni penas.
Una extraña serenidad
se ha apoderado de mí.
Un manto negro, compacto,
cubre el límite de la vida,
el cordón de la vereda.
Atascados,
varios automóviles
se hunden
devorados -tragados-
por una bocanada
de agua barrosa
que al sepultarlos
torna inmediato el fin,
tanto...
que ya no puedo escapar.
...y quedo bajo ese líquido pasmoso,
oculto.
Sigo respirando
en silencio,
sin ver a las otras gentes
que a mi alrededor estaban;
sé que todo ha terminado
y en paz
duermo profundamente sin miedos ni penas.
Una extraña serenidad
se ha apoderado de mí.
HE VISTO LLORAR A DIOS
Enlutados corazones de chapa,
envuelven las sobras del día.
Cargan objetos inútiles,
bajo un sol que no los guía.
Sobre la almohada deshecha,
una lágrima tuya bastaría.
Yo te he visto llorar...
Tras el banquete negro
-una última cena profana-,
entre el dolor
y el delirio terreno,
ellos no resucitaron.
He visto llorar a Dios,
mas sus lágrimas
no han bastado para sanarlos.
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